El pasado 18 de diciembre, el Ayuntamiento de nuestra ciudad aprobó la asignación de uso de suelo para el fraccionamiento El Laurel, el cual estará ubicado justo entre los desarrollos habitacionales ya existentes Cumbres del Campestre, Zanda, Gran Jardín, El Bosque y La Campiña. Se trata de un proyecto de 220 hectáreas, y se estima que, en sus diferentes etapas, en su culminación dentro de 50 años, el desarrollo llegue a tener 30 mil viviendas.

La asignación quedó condicionada a que el fraccionador realice las obras de urbanización necesarias que establezcan las direcciones de Desarrollo Urbano, Obra Pública y Movilidad, ya sea en los bulevares colindantes, como Morelos, Insurgentes y carretera León-Lagos, así como en todas las vialidades y calles internas, de acuerdo con las etapas que se vayan desarrollando.

El predio estaba catalogado como una zona de reserva para el crecimiento, que cuenta con las factibilidades de la Conagua, de la Comisión Federal de Electricidad y de SAPAL. No está considerado como un área natural protegida, pero sí cuenta con algunas zonas forestales de conservación que deberán ser respetadas conforme a los lineamientos que en su momento exija la Semarnat.

El desarrollo es propiedad de un grupo empresarial familiar leonés, con una solvencia moral y económica intachable, que siempre ha demostrado una conciencia social ejemplar.

De acuerdo con el proyecto arquitectónico, solo el 53% del predio serán áreas vendibles, y el resto se distribuirá principalmente en áreas verdes, comunes, de equipamiento, afectaciones y vialidades. Además, la densidad promedio por habitante de las viviendas verticales permitirá crear un ecosistema donde los residentes no tendrán que desplazarse para satisfacer sus necesidades de abastecimiento, convivencia, diversión, salud, etc.

La asignación fue votada en contra por la fracción de Morena en el Ayuntamiento, con argumentos medianamente técnicos pero más políticos, diciendo que no se debería de aprobar una asignación por el total del predio, ya que SAPAL solo estaba dando factibilidad para una parte, lo cual no es irregular, sino todo lo contrario, ya que, aun contando con un uso de suelo aprobado para todas las etapas, SAPAL debe ir supervisando que en cada etapa se vayan cumpliendo los compromisos, antes de autorizar las factibilidades de las etapas subsecuentes. Y en la parte política, como siempre y sin pruebas, manifestaron que para ellos solo se estaba tratando de “dejar preparado el terreno para los negocios inmobiliarios”, y afirmaron que teníamos “mucha zozobra por lo que pueda pasar en las próximas elecciones”, por lo que ya queríamos “dejar todo planchado”.

Ciertamente, en lo que se refiere a aprobación de usos de suelo y de nuevos fraccionamientos, así como de las obligaciones contraídas por los desarrolladores, en el pasado ha habido laxitud para exigir el cumplimiento de los compromisos, y probablemente se pueda justificar la desconfianza manifestada por Morena, pero como siempre, se antepone su espíritu destructivo y por eso nadie les cree.

También ha habido algunos ambientalistas o actores políticos que han expresado críticas e incluso anunciado acciones legales en contra de este proyecto, pero por lo que se dice en sus redes sociales, parece que no cuentan con la información suficiente para evaluar la iniciativa y mucho menos para justificar el presunto daño que dicen se puede generar al medio ambiente, por lo que los invito a conocer de cerca el proyecto.

A diferencia de lo que ha sucedido en el pasado, en este caso, el desarrollador ha presentado lo que será el proyecto integral hasta su culminación en muchos años, y sobre esa base se aprobó la asignación, brindando con ello certeza al Municipio sobre la infraestructura y servicios que demandará esa zona en el futuro, lo cual facilita la planeación municipal; así deberían ser todos.

LALC

Por José Arturo Sánchez Castellanos

Escrito en Opinión el 26/1/2024 · 06:00