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Cuidado con lo que viene

Más de un millón de millones de pesos que pudimos invertir en obra pública inteligente que detonara inversión privada complementaria (que, por ejemplo, ofreciera la energía limpia suficiente y de buena calidad que nos urge), que incrementara nuestra competitividad.

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Cuidado con lo que viene

La 4T despilfarra dinero sin ver cuánta falta nos hará pronto. Pasaremos de la abundancia de crédito barato a crédito caro y escaso.


 

Siempre que hay una crisis surgen teorías sobre por qué el dólar pronto perderá su hegemonía. En un escrito reciente en Gzero, The dollar is dead, long live the dollar, Ian Bremmer resume bien este fenómeno. A pesar de sólo tener 4% de la población mundial, la economía de EU es una cuarta parte del PIB global, y 88% de todas las transacciones cambiarias del mundo se realizan en dólares. Los bancos centrales denominan en dólares 60% de sus reservas, 20% en euros, 5% en yenes y 3% en yuanes. Como bien dice Bremmer, una razón de peso por la que el dólar no dejará de ser preponderante es porque no hay alternativa. En su momento, el dólar reemplazó a la libra, dominante desde el siglo XIX, cuando la economía de EU llegó a ser la mitad del PIB global después de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, ninguna moneda cuenta con el perfil para desplazarlo.

Hoy la supremacía del dólar descansa en la profundidad de los mercados de capitales de EU (que no tiene Europa, por ejemplo) y en la apertura de su economía (de la que carece China), entre otros factores. Como dice Larry Summers, exagerando (o no tanto), el dólar seguirá su predominio porque Europa es un museo, Japón un asilo de ancianos, China una cárcel y bitcoin un experimento.

Pero, después de la pandemia, hemos visto una expansión preocupante de la hoja de balance de la Reserva Federal, el banco central de EU. Hoy es 10 veces mayor que en 2008, antes de aquella crisis. Sorprende que 45% de ésta esté estacionada en bonos del tesoro con vencimientos a más de 10 años -4 billones (millones de millones) de dólares- teniendo sólo 41 mil millones de dólares de capital. Si fuera banco comercial, haría ver los riesgos de duración asumidos por Silicon Valley Bank como juego de niños. Otros bancos centrales deben estar en condiciones similares. El déficit fiscal de EU ascenderá a 1.4 billones de dólares este año, y se esperan déficits de 2 billones en promedio cada año la próxima década (solo 25% del gasto es no discrecional).

Por ello, hagámonos a la idea de que viene un entorno radicalmente distinto al pasado. Se encarecerá significativamente el costo del dinero. Tanto para países como para empresas y ahorradores, será fundamental hacer buen uso de sus recursos, cuidando la rentabilidad de inversiones y evitando depender de crédito que se encarecerá sustancialmente. El gobierno de EU pagará casi 400 mil millones de dólares de intereses sobre su deuda este año, eso es casi 7% de su gasto total. Para ponerlo en perspectiva, en los 90 llegó a ser 15%, y el peor caso en el mundo corresponde a Pakistán que gasta más de 60% de su presupuesto fiscal en intereses.

Dado que tantos países incrementaron su endeudamiento por la pandemia, los gobiernos desplazarán de los mercados de crédito a empresas e individuos, encareciéndolo sustancialmente. Si a esto le agregamos que se estima que los cuatro bancos comerciales más grandes en EU -JP Morgan, Bank of America, Citi y Wells Fargo- perdieron 100 mil millones de dólares de depósitos (que seguramente se movieron a bonos del tesoro) debido a la reciente crisis bancaria, la disponibilidad de crédito será menor y su costo mayor. La economía se frenará, exactamente lo que buscaba la Fed con sus alzas en tasas, y se eleva la posibilidad de una recesión a fines de este año.

Es precisamente este cambio de entorno el que ignora la 4T, que dilapida recursos fiscales. A los 332 mil millones de pesos que costó cancelar el NAIM, hay que sumarle otro tanto de Dos Bocas, otros 300 del Tren Maya, 120 mil millones para comprar las plantas de Iberdrola, más lo que venga. Más de un millón de millones de pesos que pudimos invertir en obra pública inteligente que detonara inversión privada complementaria (que, por ejemplo, ofreciera la energía limpia suficiente y de buena calidad que nos urge), que incrementara nuestra competitividad y nos posicionara como un receptor natural del reshoring hacia América del Norte.

Muchas generaciones pagarán por la ignorancia y la arrogancia de esta 4T que, para aquello del cambio, sólo sabe meter reversa.

 

@jorgesuarezv

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