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Perspectiva

La vida en Instagram

Detrás de las críticas a las redes sociales hay una gran ignorancia del potencial benéfico de esas plataformas. Desde el sano entretenimiento hasta la obtención de información y cultura de forma agradable y absorbente. 

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La vida en Instagram

Detrás de las críticas a las redes sociales hay una gran ignorancia del potencial benéfico de esas plataformas. Desde el sano entretenimiento hasta la obtención de información y cultura de forma agradable y absorbente. 

Los mercados de las audiencias, según me explican, se segmentan. Lo que era un boom hace 10 años con Facebook fue extendido por la misma empresa (ahora llamada Meta) a Instagram, una potente herramienta para difundir la vida cotidiana de los usuarios entre amigos y audiencias. 

Al principio Facebook nos absorbió el tiempo y el cerebro por su adictiva forma de encontrar amistades, temas y contenidos difíciles de obtener en los portales especializados. Facebook podría ser la marca de los millennials y de las generaciones anteriores como los “baby boomers” a la cual pertenecemos. Instagram debe tener su centro de gravedad en los treintañeros y Tiktok en niños, adolescentes y jóvenes veinteañeros. La generación Z.

Entrar a Instagram al principio era un tanto repetitivo porque sólo veíamos familiares y amigos en sus paseos o en celebraciones como bodas y graduaciones. Los más distraídos podrían pasar horas mirando el desfile interminable de fotografías.

Un buen día encontré que en casa hablaban del éxito de un tipo de “influencer” diferente: los expertos. El tiempo ya no pasaba sin provecho. Cursos de nutrición con recetarios especiales; consejos de psicólogos y psiquiatras expertos en Mindfulness, Yoga, Filosofía y otras disciplinas bien narradas. 

Guiados por los algoritmos que siguen las aficiones de la audiencia, encontramos a personajes como Ryan Holiday, experto en estoicismo y predicador de las virtudes de esa corriente de pensamiento originada en Grecia y perfeccionada en Roma hace más de 20 siglos. Grato escuchar sus charlas sobre Marco Aurelio, Epícteto, Séneca y otros iluminados sobre el arte de vivir.

Marian Rojas Estapé creó buena audiencia en casa, a donde llegó su libro “Encuentra tu persona vitamina” (una entrevista patrocinada por BBVA llega a 16 millones). Lo que era el tiempo dedicado a la televisión en Sky o en las plataformas como Netflix o Amazon Prime, fue cediendo paso a temas más profundos sobre la condición humana, la autoayuda y el descubrimiento de nuevas ciencias. 

Imposible aburrirse, aunque también puede resultar inútil tratar de enfocar en un sólo hilo temático nuestra atención (como en esta columna). Las redes son un distractor poderoso e incluso capaces de alienante si se les deja sueltas. Dominadas pueden ayudar a transformar vidas, a redescubrir vocaciones y a encontrar conocimiento que antes era pesado obtener. 

Vuelvo a Ryan Holiday, quien logra una audiencia de millones hablando de filosofía. Con un plus: sus seguidores compran libros como nunca antes y se convierten en lectores. El viejo y amado libro encuentra un renacimiento en las redes sociales, con “espontáneos” que se lanzan al ruedo para reseñar novelas o libros de ensayo. Tik Tok inventó su Booktok y desde ahí nació la mayor promoción de la lectura para jóvenes de la generación Z. Diríamos que ahora es “trendy” o tendencia que los libros vuelvan a estar en las casas. Las editoriales toman nota y patrocinan influencers al igual que las fábricas de juguetes patrocinaron e hicieron millonarios a niños que abrían cajas (unboxing) con novedades y lanzamientos. 

En las redes también hallamos engaños y basura; encuentros ofensivos con gente grotesca, vulgar; criminales armados que amenazan a sus contrarios y otras deformaciones humanas que es mejor no mencionar. 

Quitamos la paja y dejamos el grano: hoy buena parte de la cultura mundial transita por las redes y transforma a las sociedades. Observemos nuestros hábitos y los de quienes nos rodean. Todos hemos cambiado. 

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