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COVID 19, experiencia histórica

Con desconcierto, temor y resignación acatamos las directrices médico-sanitarias y durante poco más de dos meses nos enclaustramos en nuestros domicilios y con mucha creatividad cambiamos nuestra mentalidad para mantenernos con paciencia en el aislamiento.

Escrito en Opinión el
COVID 19, experiencia histórica

Hace dos años recibimos el impacto de una medida sanitaria de carácter gubernamental que por invitación internacional (OMS) se implementó en nuestro país: el confinamiento en casa y la suspensión de toda actividad. En tanto se investigaba todo lo concerniente al SARS-Cov2, coronavirus causante de la enfermedad del COVID 19 y evitar contagios. Iniciaba oficialmente la Pandemia en México.

Con desconcierto, temor y resignación acatamos las directrices médico-sanitarias y durante poco más de dos meses nos enclaustramos en nuestros domicilios y con mucha creatividad cambiamos nuestra mentalidad para mantenernos con paciencia en el aislamiento, viendo noticias y más noticias de los estragos de la multiplicación de los contagios por todo el mundo. Creo que lo más dramático y angustiante fueron las situaciones que vivieron en España e Italia, aquí en nuestro continente en Estados Unidos, en sus ciudades como Nueva York, Las Vegas, Los Ángeles, Miami, Houston y en países como Ecuador, Chile, Perú y Brasil.

La TV, la radio y la computadora, el internet nos acompañaron largas horas del día, y de las redes sociales como Facebook, Whatsapp, FaceTime, Instagram, TikTok y otras hacíamos uso constante para enterarnos del mundo exterior. 

Nos percatamos de acciones ejemplares y conductas muy nobles y solidarias con el prójimo y de muchas otras que no faltaron, muy oportunistas, deleznables, convenencieras para no pagar los salarios debidos a los trabajadores ni sus prestaciones y realizando maniobras legaloides para sacar ventaja de la situación; otros presionando para no pagar impuestos y sacar ventajas económicas.

Las actividades prácticamente se paralizaron esos 60 y tantos días. Sólo salíamos un familiar a comprar lo indispensable para subsistir, las visitas familiares se restringieron o fueron prácticamente nulas. Había confusión y pánico por doquier. En ese periodo, elaboré una bitácora de reflexiones, comentarios y relatos diariamente que compartí en redes sociales de mis contactos y dio pauta al libro "Reflexiones durante la pandemia 2020", ya en la imprenta.

Cuando para el mes de junio de 2020 se atemperó la situación y se pudieron reanudar parcial y paulatinamente las actividades, nos dimos cuenta de los daños económicos, sociales, sanitarios, educativos, en algunos casos irreparables e irreversibles. A medida que avanzaba el tiempo supimos más de la enfermedad por las escasas y atropelladas investigaciones que se hacían; ya se trabajaba en encontrar una vacuna para prevenir el contagio, pero nunca se encontró una cura segura y eficiente para los contagiados.

En tanto se dictaron diversas medidas preventivas que algunos sí observaban estrictamente, como fueron las del uso de gel antibacterial con mínimo 70% de alcohol para las manos, la distancia de 1.50 m entre las personas, y el uso constante de cubrebocas y nariz; los tapetes sanitizantes que después se supo no servían para eso; ni los aerosoles antibacteriales en todo el cuerpo al llegar a casa; ni el quitarse la ropa para hervirla y lavarla con fuertes detergentes; para por fin descubrir que el contagio solo era por vías aéreas y en el ambiente de lugares cerrados. Cuántos contagios y decesos se los debimos a las ansias e imprudencia de acudir ya con desesperación a los restaurantes, cafés y otros lugares sin ventilación, sabiendo de los efectos "de aerosol" de la respiración acumulada de los concurrentes que confiados en la "sana distancia" resultaban infectados; pese a las recomendaciones, explicaciones y hasta vídeos que difundía el querido y experimentado médico Alejandro Macías, ahora reconocido y galardonado por esa labor.

También durante junio a diciembre de ese año, vivimos las variadas recetas para prevenir los contagios; desde el uso de sustancias francamente dañinas como el dióxido de cloro que promovían y comercializaban al por mayor, como medicinas de carácter vermífugo como la Ivermectina, que no sirvieron para nada; hasta otras recetas naturistas inocuas como infusiones, tés, jugos, licuados, inhalaciones, untos, y otros remedios caseros; y qué decir del cúmulo de vitaminas de todo tipo, de todo el abecedario para reforzar "las defensas y el sistema inmunológico", así como la ingestión de combinaciones de frutas, legumbres y muchos otros vegetales para obtener inmunidad; y descubrir finalmente que sólo requerimos de una buena alimentación normal y balanceada.

En fin ya para el año 2021 hablamos de primera, segunda, tercera y de una cuarta ola de contagios que nos llevaron a contingencias alarmantes con hospitales públicos y privados saturados; miles de fallecimientos, y enfermos que superaron el contagio, pero guardaron secuelas.

No obstante, fue precisamente, también para marzo, donde coincidentemente llegaron las primeras dosis de vacunas. Benditas vacunas que permitieron que hoy podamos ya hasta escribir estas reminiscencias.

 

 

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