Es 2016 y el futuro aún se percibe lejano. Las preocupaciones más grandes se tratan de aprender dentro de cuatro paredes, de entregar a tiempo los trabajos, las tareas, los exámenes y de la ayuda a sus padres en las labores del hogar. Pero, a pesar de su corta edad, el estrés no es ajeno y el futbol es la vía esencial para explotar aquellas habilidades que niños de 17 y 18 años de edad, le señalan con ahínco al ser únicas y especiales. 

Por ello, las invitaciones para unirse a distintos equipos no cesan, pero ella escoge a El Tomate, ese que, desde el inicio, depositó su confianza en su calidad como delantera para ser parte de una plantilla que encontró la gloria dentro del torneo que reunió a equipos de Romita y La Sandía, siendo esta última, la localidad donde se crió junto a su familia. 

“Desde la primaria allí empecé jugando con chiquillos en las canchas y me empezó a gustar demasiado. Después, aunque fui a torneos en la Deportiva del Estado, en la secundaria ya no pude jugar al futbol porque solo había basquetbol y voleibol, pero fue allí donde una amiga me invitó a participar en un torneo de comunidades y así regresé de muy buena manera”. 

De pelo rizado y alta estatura, Melina Lara, una chica de apenas 11 años de edad, se llenó de dicha al quedarse con el subcampeonato de goleo gracias a 26 goles que colaboraron de manera importante al campeonato colectivo de su club. 

Dos campeonatos en las manos significaron un enorme logro en su joven carrera como jugadora amateur, pero el destino y sus caprichos, la alejaron por un largo tiempo de las canchas. Entre estudios y labores del hogar, los siguientes tres años fueron de un complicado andar, aunque su pasión por el futbol prevaleció y siguió persiguiendo la de gajos en diversas canchas de la ciudad.

Pero la misión comenzó a complicarse y en 2020, la vida se encargó de alejarla de las canchas por un considerable lapso de tiempo.

La pandemia del COVID-19, esa que mantuvo a México en emergencia sanitaria durante tres años, un mes y 19 días, fue un elemento más que jugó en contra de su anhelado deseo de regresar a provocar vítores de gol en las gargantas que se aglomeraban en los alrededores del ambiente lleno de gritos, porras y aplausos. 

“Duré poco más de dos años inactiva, hasta que una amiga me contactó para unirme a su equipo en las canchas del Liverpool, pero como me cambié a Los Sauces que está cerca de Silao, me quedaba muy lejos. Sin embargo, ella se ofreció a llevarme y por eso estoy muy agradecida porque sino, no estaría aquí”. 

La llegada de lo impensado

Una última palabra ('aquí') de cuatro letras que irradia esperanza e ilusión, pues Melina recibió el Año Nuevo con un reto que, más allá de la rapidez con la cual se presentó en los últimos días del 2023, desata el orgullo mismo de saberse capaz y resiliente. 

“Me había metido a una academia en julio de este año, pero no me gustó y solo duré tres semanas. Seguí jugando como por dos años en canchas de futbol siete hasta que llegó la oportunidad de unirme a la Academia de Las Esmeraldas de León”. 

“Allí fui a mis primeras aventuras fuera de León porque fuimos a Ixtapa en un torneo y así seguí entrenando hasta que llegó el aviso de que habría visorias el martes 19 de diciembre en la casa club del Necaxa”. 

El trazo del camino de Melina ha estado lleno de rapidez y sorpresas, y la de aquel decimonoveno día de diciembre, no fue la excepción. Y es que el futbol, analogía de lo impredecible, desarrolló en ella el sentir de la adaptación con un cambio que, siete años atrás, veía como impensable: ahogar los gritos de gol. 

Aquel subcampeonato de goleo en 2016, forjó su carácter para asumir su nuevo rol de defensora central. Aunque sigue causándole cierto conflicto, la voluntad y la dedicación en su mejora de juego, han sido el sello característico de su nivel en los últimos años. 

“Me siento cómoda jugando en línea de tres y se me hace mucho más fácil que la línea de cuatro. Al inicio me confundía al no saber cuándo salir y cuándo no, pero me he ido acoplando y he estado mejorando en el último tiempo y, por eso, es que aún no me sentía lista para asistir a la visoria”. 

Un paso más hacia el sueño

Fue la mañana del martes 19 de diciembre cuando el nerviosismo azotó sus sentimientos y la resiliencia fue suficiente para afrontar el reto. Sin tanta convivencia con las demás jugadoras, ella y sus dos compañeras de León, demostraron lo mejor de sí en el entrenamiento de la categoría Sub19 de las Centellas. 

“Nos quedaron de avisar en una semana, pero pasó y no nos llegó nada. Ya pensábamos que no habíamos quedado hasta la segunda cuando nos mandaron mensaje diciéndonos que sí nos escogieron”. 

De un momento a otro, el jueves 28 de diciembre, el sueño del profesionalismo estaba más cerca que nunca, y tal y como lo hace el tiempo, el futbol no da tregua, y teniendo como fecha límite de respuesta un día después, el viernes 29, Melina se encontró en un punto de quiebre a los 17 años de vida. 

“Le marqué a mis padres, pero no me quisieron contestar. Al principio estaban así,  con la idea de que no aceptara la propuesta por los riesgos que tomaría de, por ejemplo, dejar la preparatoria. Sin embargo, al final, el viernes por la noche, me marcaron y me dijeron que sí aceptara, que me arriesgara y aprovechara la oportunidad”. 

Y así es como llegó al último sábado del 2023 abriendo su corazón con Súper Deportivo, con la ilusión intacta de trascender en la Sub 19 de Necaxa Femenil y de llegar a ser como su ídolo, Andrea Pereira, la defensora española de las Águilas del América que, por mera coincidencia, es el rival de su equipo favorito profesional: las Tigres de Nuevo León. 

Con nostalgia de por medio al “recordar cómo empecé en canchas de tierra y hoy ya estoy en una casa club”, la gratitud no conoce límites en su persona y da un claro mensaje hacia todos aquellos que la han acompañado en su camino. 

“Siempre estaré muy agradecida con mis papás, mis entrenadores, mis amigos y todas esas personas que siempre confiaron en mí y siempre sacan lo mejor de mi nivel. Me enseñaron muchas cosas, pero sobre todo, la voluntad por mejorar, crecer y mantener la humildad”. 

Melómana, amante de cualquier tipo de comida, creyente en el futbol como su estilo de vida, fiel seguidora de la efectividad de la felina Lizbeth Ovalle y bañada en emoción al escuchar su propio nombre, Melina Lara, esa figura de pelo rizado y alta estatura, manda un mensaje a pocos días de alcanzar la mayoría de edad y de consumar un paso más hacia el sueño de alcanzar el profesionalismo. 

“Habrá mucha gente que les diga que lo dejen, que para qué lo hacen, pero háganlo. Echándole muchas ganas y teniendo mucha disciplina, se puede lograr cualquier proyecto que tengan en mente”.