Lágrimas, sudor y miles de corazones: Así se vivió el Maratón en las calles de León
El ambiente vaticinaba un domingo diferente en un evento que es tradición en León
Desde las cinco de la mañana, las calles comenzaron a llenarse de calzado blanco, negro, gris, azul, verde, amarillo y naranja, y aunque en los colores guardan una inmensa diversidad, todos comenzaron a lucirse con un mismo objetivo: correr el Maratón León 2023.
Como es costumbre en cada competencia, los grupos de corredores no se hicieron esperar y muy al fondo del Forum Cultural Guanajuato, en medio de la oscuridad antes del amanecer, gritos de varios corredores llamaron la atención con una tonada inconfundible y conocida por todos los mexicanos: las Mañanitas.
Si bien los nervios no se fueron del todo, aquello sirvió como remedio para calmarlos, pues no existe discriminación alguna con los múltiples rituales que cada uno de los competidores tiene, desde mover los pies sobre la meta y cerrar los ojos, hasta darse a sí mismos gritos de motivación.
El conteo, fiel a desatar la emoción en cada corredor, dio salida a los corredores del maratón adaptado a las seis de la mañana en punto y, tan sólo diez minutos después, se marcó el arranque del resto.
Abuelos, padres de familia, hermanos, tíos, sobrinos y un sinfín de parentescos más, le dieron vida a un evento que, entre cada una de estas figuras, lo hicieron emotivo y especial.
Casos de motivación como el de Carlos Ríos, quien añorando su tierra de origen donde hoy corrió, pasa la mayor parte de la semana por trabajo en San Francisco del Rincón y, los domingos, en Celaya.
"Soy parte de la liga de amputados con los Toros y pues ese es mi entrenamiento para venir acá, agarrar rendimiento y terminar la carrera", dice entre risas mientras el sol le pega en el rostro.
Una historia de motivación que, al poner el ejemplo de que no existen límites, vive la vida al máximo sin prejuicio alguno.
Una filosofía que Andrés Morales ha adoptado en una experiencia que, con todo y su dureza psicológica, está forjando su carácter.
"Hoy corrí por mi cuñada que tiene cáncer terminal, mi hermano, que es su esposo, y mi sobrina; todos ellos fueron mi motor durante todo el trayecto (21 kilómetros). Cuando más pensaba en rendirme, siempre pensaba en ellos para seguir adelante y eso me ayudó a terminarla".
Y es que como cualquier disciplina deportiva, el poder de convocatoria es capaz de reunir a desconocidos que, gracias a la actividad física, construyen amistades en una sociedad necesitada de solidaridad.
Así se vio el apoyo y trabajo en equipo que siempre será primordial y ejemplo de ello fue Judith Lobato, en su segundo maratón en cinco años de trayectoria atlética.
"En los últimos kilómetros, con el sol a plomo, pensé en rendirme, pero las porras de mi hijo y de mi esposo me dieron fuerzas para terminar lo último, cuando ya había pasado lo más difícil".
La medalla, dulce recuerdo de una competencia terminada, se oxidará con los años, pero seguro quedará el recuerdo.
En su edición 43, con el sol en total plenitud, con miles de voces resonantes con gritos de apoyo y pisadas, tras pisadas, acompañadas de brazos en alto al unísono de "sí se pudo", le dieron vida, una vez más, al Maratón León.
CALDO DE RES, EL SECRETO DE NYATOGO PARA GANAR EL MARATÓN LEÓN.
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