El escritor Luis Humberto Crosthwaite celebró una "Misa Fronteriza", una lectura en voz alta, dramatizada y a ratos cantada, de su texto homónimo donde el autor reflexiona sobre la importancia de la frontera norte, en medio de la violencia y la migración. Todo en formato de ceremonia católica.

“Bienvenidos a esta misa fronteriza. En el norte, los Estados Unidos, en el Sur México. En medio, de este a oeste, una franja. Yo confieso ante la frontera todopoderosa y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión y que seguiré haciéndolo por los siglos de los siglos. Por tu culpa, por tu culpa, por tu grande culpa, frontera entre México y Estados Unidos”.

Esto, como parte de las actividades del Festival Internacional de Literatura que se celebra entre Irapuato y León, a cuyos ciudadanos “panzas verdes” el autor dedicó algunos comentarios futboleros.

Crosthwaite reconoció ante el público reunido en el Safronia Café que tiene tatuada en la piel la frontera y detalló que antes, cerca de donde él vivía, la línea fronteriza estaba hecha de tela de alambre como de gallinero, y que a los que cruzaban por ahí les decían pollos y a los que les ayudaban a cruzar por unos pocos pesos, polleros. Los que cruzaban por el mar o por el río les decían “mojados”.

“Mi nombre es Luis Humberto y mi religión es la frontera, no se dejen engañar, soy ridículo comediante de palabras, estoy ante ustedes tal como soy, estoy diseccionado, dividido, entre el aquí y el allá”.

Comentó que la tela de alambre sigue separando a los dos países, pero ahora no es alambre, es un muro y otro muro, con agentes, con helicópteros y con armas. Que a pesar de que a los mexicanos los insultan y los expulsan de la “Tierra de la Libertad”, “los mexicanos volvemos a cruzar. Y seguimos cruzando y cruzando”.

Incluso a través del gran desierto, una barrera que cobra miles de vidas. También las montañas y el río cobran su cuota. 

“Tres mil 169 kilómetros de franja y de ilusiones rotas. La violencia se ha metido a todos los rincones de nuestra vida y nuestros sueños. Recuerdo cuando no era así. Señores estadounidenses, ustedes quieren regresarme a mi país y yo quiero que ustedes me regresen mi país”.

Haciendo analogías cristianas y católicas, el autor habló del drama de los migrantes al cruzar el muro a pie y del rastro de sangre que deja en México el tráfico de droga, por lo que hizo un llamado a la paz a las fronteras, incluyendo la de Israel y Gaza, la de Rusia y Ucrania. La de credos, géneros y pensamientos distintos. 

Y pidió a los asistentes darse la paz. Ellos y ellas lo obedecieron.

José Alfredo, el terapeuta de México

Pero el guionista, profesor y gestor cultural también habló de la belleza de la evolución de la música regional mexicana.

Explicó cómo, en particular su ciudad natal, Tijuana, es un referente en la cultura mexicana y que la música del compositor guanajuatense José Alfredo Jiménez representó un hito en la psique nacional.

“José Alfredo encontró la manera de abrirle el corazón a los machos para encontrar en ellos las fibras más sensibles del corazón. El más rudo de los rudos se hinca ante la belleza de la persona que lo ha tratado mal y ruega por un beso, un besito tan siquiera. El macho, ícono de la mexicanidad, puede llorar porque el maestro Jiménez le da permiso”.

Para finalizar, Luis Humberto Crosthwaite exhortó a los presentes a cruzar todas y cada una de las fronteras “que al fin, para eso están ahí. Si les dicen que nada tienen que hacer ahí: pasen. El mundo es de todos y todos estamos invitados a la fiesta”.

Por Martha Silva

Escrito en Cultura el 30/10/2023 · 11:16

Es reportera de local en el periódico AM de León, Guanajuato. Es Licenciada en Informática pero por ser usuaria temprana del internet se orientó al periodismo desde 2006. Actualmente se enfoca en temas sociales, de derechos humanos y periodismo de investigación.